jueves, 5 de julio de 2012

Carmen Lucis {Poema de Luz.}


{ Prologus. }

Era un invierno demasiado cruel, quizás el mas violento en toda la década, desde hacia una semana había una tormenta que impedía a las familias salir de sus hogares. Aun así en la mansión de la familia Illustrious todo era felicidad, después de nueve largos meses Friederik, la matriarca de daría a luz a sus hijas. Hacia varias horas que las contracciones habían comenzado, los gritos de la mujer rubia se podían escuchar por toda la casa.

-Por favor, salgan de una buena vez.-Rogó la mujer a sus hijas no natas, se acaricio el vientre, Rudolph, su marido, un hombre castaño se sentó en el borde de la cama donde se encontraba su mujer.

-Resiste un poco mas.-Dijo a la vez que le tomaba la mano. No soportaba ver como su mujer sufría, pero sabia que todo aquello valía la pena, por fin sus pequeñas estarían con ellos, podrían verlas crecer.

-Lo intentare.-Contesto entrecortadamente, una nueva convulsión le hizo sacudirse por completo, se escucho el sonido de la puerta de la habitación y sin siquiera voltear Rudolph hablo

-Viorell, ya salgo.-El hombre simplemente se giro tan rápido como había entrado.-Lo siento Fried, te tendré que dejar sola unos momentos.-Se acerco a su esposa y le beso la frente antes de salir. Camino con tranquilidad por toda la estancia hasta llegar a un gran par de puertas, las abrió y ahí se encontraba Viorell, su guardaespaldas, un treintañero de cabellos negros y alborotados.

-Señor.-Dijo inclinándose.-Ocurrió algo que ha desconcertado al resto de los miembros del consejo.-

Rudolph no se inmuto ni un momento, siguió con su elegante andar hasta su escritorio y se sentó en la silla de este.-¿Que ha sucedido?-Pregunto con tranquilidad.

-Desaparecieron las Analectas 4, 7 y 10.-El cabeza de los Illustrious no pudo evitar levantar su vista violentamente, eso estaba mal, aquellas analectas eran claves en la sociedad de Pendragón...

-Viorell, dile al consejo que no puede hablar de esto con nadie mas. Ahora si me permites debo de volver con mi mujer.-El guardaespaldas solo asintió antes de salir apresuradamente del despacho de su jefe. Rudolph también se levanto y volvió a hacer el mismo recorrido hasta la habitación donde se encontraba su esposa, antes de entrar pudo escuchar dos llantos, había llegado tarde sus pequeñas habían nacido y el no estuvo presente. Abrió la puerta y para el no existía imagen mas hermosa que la de ahora, Friederike, despeinada y con la mirada cansada sostenía a dos pequeñas rubias, las tres parecían indefensas.-Lo siento yo...-

-No te preocupes cariño, anda, conoce a tus hijas.-Le animo, la mujer rubia de ojos azules. El obedeció y se acerco, las miro detenidamente, simplemente eran perfectas.-Escoge su nombre, recuerda la tradición, el padre debe de hacerlo.-Dijo con una sonrisa, el tomo a una de las pequeñas.

-Illyasviel, ese sera su nombre.-Apenas escucho eso la bebe sonrió, tal parecía que le gustaba, mientras tanto, su hermana aun descansaba en los brazos de su madre.-Y ella sera Irisviel.-

-Me pregunto...No, olvídalo.-Dijo Fried, con una sonrisa en el rostro, su marido solo asintió y se sentó en la cama, desde ese día ya no eran solo dos, ahora tenían a sus hijas, una nueva motivación para vivir.

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GLOSARIO:


Analecta: Literalmente, es un término que deriva del griego y que significa «selección de cosas recogidas». Como ya te dijeron correctamente, es sinónimo de florilegio y se lo usa para designar una «antología» en un contexto poético o retórico.

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